La advertencia del 7 de marzo que Estados Unidos dirigió a sus ciudadanos fue inusualmente detallada. Habló de los informes de que “extremistas” planean “atacar grandes concentraciones en Moscú” y mencionó específicamente los conciertos.
Estados Unidos aconsejó a los estadounidenses en la ciudad que evitaran grandes reuniones durante las próximas 48 horas.
“El gobierno estadounidense ha compartido esta información con las autoridades rusas de acuerdo con su antigua política de ‘deber de advertir'”, dijo un funcionario estadounidense después del ataque.
Hay canales a través de los cuales se comparte inteligencia entre países, incluso entre los no aliados, especialmente cuando se trata de posibles ataques contra civiles.
Pero el problema es que Moscú ignoró las advertencias.
Tres días antes del ataque, el presidente ruso Vladimir Putin se dirigió a los dirigentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, cuyo trabajo es defender el país. Dijo a los jefes de los servicios de seguridad que la principal prioridad es apoyar la “operación militar especial”. “Operación militar especial” es el término oficial utilizado para la ocupación a gran escala de Ucrania.
Afirmó que Ucrania ha recurrido a “tácticas terroristas”. El presidente también habló de las “declaraciones provocativas” de Occidente sobre posibles ataques dentro de Rusia. Putin dijo que las advertencias “se parecen a un chantaje abierto y a la intención de intimidar y desestabilizar nuestra sociedad”.
Tal como están las cosas, la desconfianza entre Estados Unidos y Rusia significa que Moscú tal vez no quiera escuchar y, en cambio, vea las advertencias como parte de un intento de amenazar a Rusia por la guerra de Ucrania.
Aún no sabemos la naturaleza exacta o el alcance de la información que Estados Unidos ha transmitido. La inteligencia a menudo puede ser vaga y actuar en base a la información puede resultar difícil.
Pero Estados Unidos tiene amplios recursos de recopilación de inteligencia y está monitoreando de cerca al EI. El grupo sospechoso del ataque de Moscú también estuvo vinculado con ataques mortales contra fuerzas y civiles estadounidenses en el aeropuerto de Kabul en agosto de 2021, así como en Irak.
Pero si la inteligencia compartida con Rusia era confiable y específica sobre el EI, entonces el FSB y Putin podrían parecer estar en una posición difícil de explicar por qué no la tomaron más en serio.
Si es así, puede ser más fácil para Moscú culpar de alguna manera del ataque a Ucrania y encontrar apoyo para las actividades de Rusia allí que admitir que perdió una oportunidad.
